Un hombre mayor, casi anciano,
ciego, vidente, testigo y protagonista del pasado, del presente y del futuro,
un chamán, un ángel de la historia, un sobreviviente, un profeta sin religión,
un hombre a merced del destino. Su
nombre, Thyrêsias. El espacio-tiempo posterior a una catástrofe. El instante anterior al final. El instante previo al principio…
“Todo esto no es más
que un espectáculo de fantasmas y de sombras”.
Esta frase del autor disparó
en el grupo una poética afín con nuestros objetivos artísticos.
Por eso elegimos un teatro que expone su teatralidad y de esta manera da
cuenta de sí mismo. La representación y
el artificio como faro de nuestra teatralidad. Un discurso que acentúa el
carácter de acontecimiento, de acto, por sobre el contenido representativo.
Dice Artaud, refiriéndose a la teatralidad: “Ese lenguaje es todo cuanto ocupa la escena,
todo cuanto puede manifestarse y expresarse materialmente en una escena, y que
se orienta primero a los sentidos en vez de orientarse primero al espíritu,
como el lenguaje de la palabra…”
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